jueves, 3 de diciembre de 2009

ZANJAS Y CANALES QUE AFECTAN LA SALUD

Diógenes con su nieto en la casa de su hija. Esta casa (con suelo de tierra) se inunde cada año cuando llueve.
Debajo, Herrencia Batallas con su familia en frente del puente que separa su casa de la calle. Cuando la zanja se inunde, la puente desaparece y tienen que andar por el agua sucia.

Diógenes Hurtado Segura es un líder comunitario del Guasmo Sur, un barrio marginado en Guayaquil. El es uno de los fundadores de Mi Cometa, a su vez también ha sido fundador la Junta de Lideres del Guasmo, la Brigada de Orden y Seguridad #2, Reten 62 en Guasmo Sur y, es Presidente actual de la organización Afro-Ecuatoriana Progreso y Paz.
Por todo lo que ha logrado en su vida de 76 años, Diógenes vive en una casa humilde en el barrio del Guasmo Sur. Comenta que “aunque por fin tenemos agua corriente, el problema fuerte que tenemos ahora es el alcantarillado. Lo necesitamos en el barrio entero”.
“Los barrios del Guasmo Sur son los barrios más sufridos que no tienen ni alcantarillado ni pavimento,” explica Diógenes. Aunque el barrio fue últimamente conectado al sistema de agua, eso no ha sido suficiente, ya que este barrio vive sin acceso al alcantarillado y, muchas de sus áreas no tienen pavimento. El hecho de que unas áreas tienen pavimento es un resulto de una gran lucha. Según Diógenes, “En tanto ruego, nos han puesto el asfalto que solo dura 8 o 10 meses y, ya está la calle de nuevo destruida, nos han dejado el barrio sin bordillos y sin alcantarillado”.
Diógenes me explicó su situación personal por la falta del alcantarillado en su calle. Todo el excremento va directamente del baño al frente de la casa a un pozo séptico, porque no hay ni alcantarillado ni zanja en su calle, cuando este pozo está lleno, Interagua (disfrazado de otra compañía) viene para llevarlo a la planta de tratamiento. Este servicio, a veces demora 20 días, cuesta $30. Este $30 es mucho para la gente humilde, especialmente porque tienen que pagar por una falta de un servicio básico que debe ser proveído a esa comunidad.
Esa falta de alcantarillado y zanja en su calle no solo significa un inconveniente para Diógenes y sus vecinos; sino también significa inundaciones graves durante el invierno lluvioso. Explica Diógenes, “Estamos preocupados que nos han dejado sin alcantarillado y bordillos, porque en el invierno no hay por donde salir el agua.”
Por suerte, Diógenes ha podido construir su casa a una altura de unas tres escaleras, de esta manera evita que el agua entre en su casa cuando llueve. Sin embargo, otros no han podido construir sus casas así. La hija de Diógenes, Isabel, vive al lado de la casa de Diógenes, pero al nivel de la calle. Con un suelo de piedras y tierra, su casa no puede resistir las inundaciones. Su casa se llena de agua hasta el nivel de por lo menos las piernas, y el suelo de tierra se convierte en lodo.
La otra situación que sufren otras partes del barrio es que tiene zanjas abiertas entre la calle y las casas, con puentes para andar de la casa a la calle. Las personas que viven en estas calles no tienen que vaciar sus pozos sépticos, porque el agua se mueve con la marea entre el pozo y la zanja. Aunque es conveniente que no tengan que pedir el servicio de vaciar su pozo, el resultado es que el agua de la zanja abierta es sucia, con mucha contaminación y enfermedades.
Hermencia Batallas, una mujer de la Cooperativa Mariuxi Febres Cordero del Guasmo, ha vivido en su casa al lado de la zanja por 24 años. Explica que hay muchas moscas, malos olores y mosquitos que llevan enfermedades peligrosas. “Vivir tan cerca de la zanja,” dice Hermencia, “le hace daño a una persona.” A veces, cuando llueve muchísimo, el nivel de la zanja sube más alto de los puentes, Hermencia y su familia tienen que andar por esta agua extremadamente sucia, llena de mosquitos y enfermedades.
Ninguna situación actual funciona para la gente del Guasmo Sur. Solo hasta que tenga un sistema de alcantarillado que realmente funcione, la gente de este barrio seguirá sufriendo.

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